Esta tarde, estuve sentado solo durante mucho tiempo. Cuando miro hacia mi edad actual, realmente empiezo a entender las emociones inexplicables que tenía a los dieciocho años. Al crecer, me doy cuenta de que parece que realmente he perdido mi imaginación. Estos años he sentido cada vez más mi impotencia ante ciertas cosas.
El camino de mi vida está lleno de moretones dejados por el dolor del crecimiento, que duelen repetidamente en la interminable noche, recordándome que el mundo después de crecer no es tan fácil.
El hermoso futuro que una vez se describió con imaginación desbordante, al final no es más que una rutina aburrida y mediocre. Sin darme cuenta, me he alejado cada vez más de mí mismo. He rasgado con mis propias manos el mundo colorido que estaba oculto en mi diario. He caminado solo a través de muchas injusticias y sufrimientos, tropezando y avanzando con dificultad en este camino. Pero ellos lo llaman crecimiento, aunque solo yo sé que estoy navegando con miedo en este mundo lleno de espinas, torturando a ese yo vibrante hasta dejarlo lleno de cicatrices.
La terquedad de la juventud, la ignorancia, la determinación sin reservas, ha sido pulida por el paso del tiempo hasta convertirse en una forma de ser callada y reservada. Todos subestimamos el significado de crecer; en nuestros veinte y tantos años, no solo no hemos conseguido la vida que deseábamos, sino que también hemos perdido a nuestro yo original, no hemos llegado a ser la persona que queríamos ser y hemos perdido la felicidad que una vez tuvimos.
Las personas son codiciosas, desean demasiado, pero al final siempre queda vacío. Quizás en ese momento éramos demasiado ingenuos y jóvenes, creyendo que muchas cosas no cambiarían. Así, derrochamos sin medida lo que teníamos en ese momento. A menudo, en el futuro, fantaseo con la idea de si regresara a los dieciocho años, ¿cambiaría mi vida? ¿Podría conseguir todo lo que quiero?
Pero yo me conozco, esta intensa lluvia no va a parar, ante mis ojos sigue habiendo una neblina, solía pensar que si la vida comenzara de nuevo podría reiniciar todo, podría convertirme en la persona que quiero ser, pero el destino no nos ha dado el valor de empezar de nuevo, y el tiempo tampoco nos da la oportunidad de un nuevo comienzo.
Si el camino de llegada está destinado a ser lleno de obstáculos, ¿por qué hacer que uno mismo soporte el dolor una vez más? Estoy atrapado tras el telón de la vida, pero no quiero seguir atrapado en algún tiempo o sumido en sueños inalcanzables. La humanidad no tiene poder sobre el tiempo, así que cada vez me siento más tranquilo. No discuto ni reprocho a mi destino, acepto todas las pérdidas y perdono todo el dolor. Solo quiero ser una mejor y más feliz persona; el tiempo que fluye lo considero como un regalo que la vida me ha otorgado.
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Esta tarde, estuve sentado solo durante mucho tiempo. Cuando miro hacia mi edad actual, realmente empiezo a entender las emociones inexplicables que tenía a los dieciocho años. Al crecer, me doy cuenta de que parece que realmente he perdido mi imaginación. Estos años he sentido cada vez más mi impotencia ante ciertas cosas.
El camino de mi vida está lleno de moretones dejados por el dolor del crecimiento, que duelen repetidamente en la interminable noche, recordándome que el mundo después de crecer no es tan fácil.
El hermoso futuro que una vez se describió con imaginación desbordante, al final no es más que una rutina aburrida y mediocre. Sin darme cuenta, me he alejado cada vez más de mí mismo. He rasgado con mis propias manos el mundo colorido que estaba oculto en mi diario. He caminado solo a través de muchas injusticias y sufrimientos, tropezando y avanzando con dificultad en este camino. Pero ellos lo llaman crecimiento, aunque solo yo sé que estoy navegando con miedo en este mundo lleno de espinas, torturando a ese yo vibrante hasta dejarlo lleno de cicatrices.
La terquedad de la juventud, la ignorancia, la determinación sin reservas, ha sido pulida por el paso del tiempo hasta convertirse en una forma de ser callada y reservada. Todos subestimamos el significado de crecer; en nuestros veinte y tantos años, no solo no hemos conseguido la vida que deseábamos, sino que también hemos perdido a nuestro yo original, no hemos llegado a ser la persona que queríamos ser y hemos perdido la felicidad que una vez tuvimos.
Las personas son codiciosas, desean demasiado, pero al final siempre queda vacío. Quizás en ese momento éramos demasiado ingenuos y jóvenes, creyendo que muchas cosas no cambiarían. Así, derrochamos sin medida lo que teníamos en ese momento. A menudo, en el futuro, fantaseo con la idea de si regresara a los dieciocho años, ¿cambiaría mi vida? ¿Podría conseguir todo lo que quiero?
Pero yo me conozco, esta intensa lluvia no va a parar, ante mis ojos sigue habiendo una neblina, solía pensar que si la vida comenzara de nuevo podría reiniciar todo, podría convertirme en la persona que quiero ser, pero el destino no nos ha dado el valor de empezar de nuevo, y el tiempo tampoco nos da la oportunidad de un nuevo comienzo.
Si el camino de llegada está destinado a ser lleno de obstáculos, ¿por qué hacer que uno mismo soporte el dolor una vez más? Estoy atrapado tras el telón de la vida, pero no quiero seguir atrapado en algún tiempo o sumido en sueños inalcanzables. La humanidad no tiene poder sobre el tiempo, así que cada vez me siento más tranquilo. No discuto ni reprocho a mi destino, acepto todas las pérdidas y perdono todo el dolor. Solo quiero ser una mejor y más feliz persona; el tiempo que fluye lo considero como un regalo que la vida me ha otorgado.